Por Edgar Armando Díaz L.
El restaurado Malco, ve el milagro, oye, digiere, ¿Qué pensaría y cómo reaccionaría después?
No extraña la cantidad de milicia, alrededor del crucificado y resucitado, en la agenda para otorgar salvación plena, segura y eterna. Llama estar atentos a los comportamientos militares; si bien los hubo violentos, también hay reflexivos y declarativos cual seres humanos. Véase estos casos.
I.- BRUTALIDAD HUMANA. Es la guarnición de Pilato que lleva a Jesús al pretorio, compañía que lo desnuda, le coloca la capa roja, la corona de espinas en la frente, y en su diestra, una caña a modo de cetro regidor. Exclaman burlescos: “¡Salve rey de los judíos!”. Tras golpes en el rostro, le arrebatan el manto, le colocan sus vestidos, y van en vía del Calvario.
Ya en el monte de La Calavera, le dan vinagre en mezcla con hiel … luego de efectuar la crucifixión, sortean sus vestiduras y tras bestial conducta, se sientan a custodiarlo, no sin haber puesto el rótulo del motivo de su bullyng, entre dos criminales: “Aquí está Jesús, el Rey de los Judíos”. (Mt. 27:27-38).
II.- EXCLAMACIÓN SALVÍFICA. Cuando el Hijo entrega el espíritu, hay rasgamiento del gran telón del templo, de arriba hacia abajo; un terremoto se cimbra, partiendo rocas, agrietando sepulcros, con cantidad corporal de santos yacentes, con nueva vida.
Es del Centurión y los custodios, la proclama de fe (los oigo decir): “¡En verdad, este era el Hijo de Dios!” (Mt. 27:50-55). ¡Que declaración de los que están al servicio del Cesar!
III.- REACCIÓN DIVERSA. Es el gran sábado hebreo, día para quebrar las piernas de los malhechores; por ley los soldados lo ejecutan, pero al llegar al santo crucificado, como lo reconocen ya muerto, pasan. Mas, uno de ellos, se detiene, le traspasa corazón y diafragma con su lanza, vertiendo al momento sangre y agua, símbolos del que muere para bautizar con su Espíritu, y de la manifestación pública del creyente.
Para unos es cumplida la ley mosaica; para el otro una muestra de la invitación divina. (Jn. 19:31-37).
IV.- ASOMBRO Y CORRUPCIÓN. Es de la guardia ante la tumba, asegurar el sepulcro cerrado, sellado con enorme piedra y con custodia soldadesca. … al levantarse el día purpureo y tras otro sismo, una teofanía la piedra remueve. El aspecto del ser ante ellos es relampagueante, reconocido su vestir de blancura. Él da lugar al espasmo que resulta en inmovilidad.
Unos van a la ciudad a contar lo sucedido. Los sacerdotes principales los compran para hacer falaz su testimonio: “Digan que sus seguidores sustrajeron el cuerpo en el escaso celaje nocturno, cuando ustedes dormitaban. Serán puestos en bien ante gobernación”. Ellos, si, ellos, se introdujeron en el plan corrupto. (Mt. 27:62-66).
CONCLUSIÓN. ¿Con quiénes de ellos te identificas? ¿Con los de la brutalidad humana? ¿Con los de la segura declaración de fe? ¿Con las diversas reacciones ante el que muere milagroso? o ¿Con quienes se espantan y aceptan la corruptela?
El divino plan del Soberano se impone para dirigir destinos invitacionales.
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