Una hojeada a la historiografía bautista revela que son varias las preguntas que surgen en cuanto al origen de la denominación.
¿Quiénes son los bautistas? ¿De dónde vienen?
Son preguntas que evocan respuestas distintas. Aunque el origen de los bautistas no es una cuestión tan candente en la actualidad, hubo épocas en que la comunión en una iglesia, o en una convención, dependía de su punto de vista.
¿Desde qué fecha se relata la historia bautista?
No es tanto una cuestión de sucesión como de iniciación.
¿Cuándo comienza la sucesión histórica de las iglesias bautistas que forman parte de la denominación bautista en el día de hoy?
Frente a esta cuestión compleja, varios “certificados de nacimiento” fueron otorgados por los historiadores bautistas, a menudo sin tomar en serio las normas de la investigación histórica.
Tres son las teorías principales.
Se considerarán en el orden de su aparición en la cronología historiográfica bautista. En resumen, resultó así:
Los primeros historiadores bautistas reconocieron la necesidad de vincular a los bautistas modernos con la iglesia primitiva. Lo hicieron a través de los principios neotestamentarios. Pero en su ojeada de la historia sagrada, encontraron eslabones desconectados en una antigua cadena de antipaidobautismo. ¡No trataron de conectar estos eslabones! Por fe (y no por la investigación histórica) suponían que una vez existía la cadena completa. Pero en sus trabajos históricos se satisfacían con decir que los bautistas modernos son parientes espirituales no descendientes directos de los antipaidobautistas antiguos. No pretendía establecer una cadena de sucesión.
Ellos hacían una sucesión evangélica y espiritual que, a veces, no se veía en la historia. Ponían mayor énfasis sobre el antipaidobautismo con distintos fines, por ejemplo Crosby, para desasociar a los bautistas del fiasco de Münster; en cambio Cramp, Armitage, Cook, Newman y Rauschenbusch, para identificar a los bautistas con los movimientos sanos del antipaidobautismo, especialmente con los anabaptistas del siglo XVI. Procuraban mostrar evidencias para robustecer su teoría. Sin embargo, resultó ser más el estudio de la historia del bautismo que el de la historia de una denominación bautista.
Entre los historiadores sucesionistas hay diferencias de opinión en cuanto a los eslabones en la cadena de sucesión. Unos pocos señalan a una cadena de ordenaciones; otros, a una cadena de bautismos correctos; otros, a una cadena de iglesias locales; y por fin, otros a una cadena de principios neotesta-mentarios. Unos, como Orchard, Ray y Neal pensaban que la sucesión era demostrable y necesaria; otros, como Ford, Jarrel y Christian sentían que era necesaria y, además una realidad histórica, pero no siempre demostrable.
El esfuerzo de estos historiadores fue noble y recalca un elemento de verdad, es decir, que las iglesias bautistas deben ser apostólicas en doctrina y práctica. No obstante, esta apostolicidad no depende (como ellos sostenían) de una sucesión histórica apostólica. Los historiadores arriba mencionados, en su afán de establecer la relación apostólica, violaron los principios de la investigación histórica, y como resultado, cayeron en el error de la iglesia Católica Romana. Luego, la necesidad de ser consecuentes les condujo a cometer otros errores, a saber: la confusión de la iglesia con el reino, de la historia de los principios bautistas con la historia de los bautistas, de la historia del bautismo con la historia de una denominación bautista.
Esta teoría ayudó a los bautistas en ciertas épocas críticas de su desarrollo eclesiástico, pero ahora no está en vigencia entre los historiadores bautistas.
Según esta teoría, la denominación bautista se originó en el siglo XVII en Inglaterra como una fase del movimiento separatista. El separatismo fue hijo de otro movimiento más amplio, el puritanismo. Alrededor de 1633, el bautismo llegó a ser una cuestión candente entre los puritanos. Como resultado del estudio bíblico, varios sectores del movimiento rechazaron el bautismo infantil.
Estos antipaidobautistas de orden congregacional (posiblemente bajo la influencia del anabaptismo continental) dieron otro paso adelante y restauraron el modo neotestamentario del bautismo, la inmersión, alrededor del año 1641. Fueron llamados “bautistas”, y así surgió la denominación moderna. Los proponentes de esta teoría se apoyan en una línea histórica ininterrumpida de iglesias bautistas desde aquel entonces.
CONCLUSION:
El que busca su propio punto de vista, o teoría, deberá tener en cuenta que los precursores bautistas más primitivos en Inglaterra negaron la validez o la necesidad de una sucesión bautista. El surgimiento de una teoría de sucesión apostólica siempre ha traído separaciones y daño al pueblo bautista. La pérdida de los dos grandes precursores bautistas, Rogerio Williams en Norteamérica y Juan Smyth en Holanda, se debió a problemas relacionados con esta cuestión. Juan Spilsbury, Tomás Helwys y Juan Murton, adalides bautistas ingleses expresaron claramente su oposición a la teoría en el siglo XVII. Las Confesiones de Fe bautistas primitivas no mencionan el asunto.
¿Cuál debe ser la teoría más apta para el pueblo bautista de habla castellana a la luz de este estudio?
En conclusión, el bautista es un cristiano apostólico, puesto que una iglesia, aunque recién organizada si lo es sobre el Nuevo Testamento, es más apostólica que aquella iglesia que puede trazar su sucesión a los apóstoles, pero, que se ha apartado de los principios apostólicos. La cuestión de la veracidad es mucho más importante en el estudio de la historia bautista que la cuestión de la antigüedad, porque la antigüedad de principios es muy distinta a las antigüedades de organización.
Al acercarnos al estudio de los principios de la historia bautista, tengamos en cuenta estas teorías. Reconozcamos el valor de cada uno como una explicación parcial de nuestro origen. Evitemos el error de aferrarnos a una sola, haciéndola un artículo de fe que determina la comunión. La verdad se encuentra en una combinación feliz de las tres.
Fuente: Extracto adaptado del Libro Historia de los bautistas por Justo Anderson, Editorial Mundo Hispano
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Justo Anderson Fue por más de 15 años profesor en el Seminario Internacional Teológico de Buenos Aires, Argentina. También profesor de Misiones y Director del Centro Misionero Mundial en el Seminario Teológico Bautista del Sudoeste en Fort Worth, Texas.
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