Teología de la Comunicación

“Dios le dijo: ¿Quién te enseñó que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol que yo te mandé no comieses? El hombre respondió: La mujer que me diste … me dio del árbol y comí. El Señor Dios preguntó a la mujer: ¿Qué es lo que has hecho? Respondió la mujer: La serpiente me engañó y comí”.

(Gn. 2:11-13)

Desde la creación del cielo y la tierra, se observa la voz de Dios comunicándose, ya sea en primera persona “y dijo Dios” o en plural como Elohim: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza” en acuerdo con la Trinidad. Luego se comunica con el hombre dándole instrucciones, pero también la serpiente antigua, astuta, entra en un conversatorio con los humanos para perderlos.

En el principio de los tiempos terrestres, la voz audible de Dios fue escuchada además de Adán y Eva, por Caín, Noé, Abraham, Jacob, Moisés, los jueces y los profetas. Después se dio un ordenamiento para consultarle por medio del Urim y Tumín que el sumo sacerdote, poseía en el pectoral de su vestidura, en Aarón.

En el Nuevo Testamento, para Dios en Jesús, la segunda persona de la Trinidad, fue importante el comunicarse con las personas que lo rodeaban. Las bienaventuranzas fueron recibidas con mucha aceptación, y cuando Él enseñaba lo hacía con parábolas, para explicar el porqué de las cosas y situaciones. Además, mostró autoridad cuando reprendía a los demonios: “¿Qué tienes conmigo?”.

Pablo, gran comunicador por palabra y escritura, por consejo y ánimo es quien escribe: “No nos ha dado Dios un espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio. Por tanto, no te averguenses de dar testimonio de nuestro Señor … “ (2. Ti. 1:7-8).

Por: Yesenia Ramírez Azurdia

Yesenia Ramírez Azurdia, es Licda. en Teología, y miembro de la Iglesia Bautista Antioquía, de Villas Club El Dorado, Ciudad San Cristóbal, Mixco.

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