¡Quien escribiese un libro!

“¡Quién diese ahora que mis palabras fuesen escritas! ¡Quién diese que se escribiesen en un libro; que con cincel de hierro y con plomo fuesen esculpidas en piedra para siempre!”.

(Job 19:23-24)

Escribir un libro es un verdadero desafío. No hay nada como una hoja de papel en blanco para dar testimonio de una gran obra que aún no se ha escrito. Probablemente se conozca bien en tu mente, e incluso puedas imaginarlo, pero transferirlo a un procesador de palabras (o bolígrafo, o pluma, si prefieres formas más tradicionales) no es tan simple.

Uno de los mejores ejemplos que como cristianos podemos tener de un libro es el Libro de Job, en el cual podemos ver la prueba real que destaca la fidelidad. Job jamás se rindió y quedaron estas palabras escritas para todas las generaciones posteriores. Aquí hay una progresión: Las palabras escritas en papel duran un tiempo, las palabras escritas en un libro duran aún más y las palabras esculpidas en piedra pueden duras décadas.

La prosperidad y la justicia se destacan al comienzo del libro de Job. Job, un hombre próspero con una familia numerosa y mucho ganado, vivía en la tierra de Uz. Según Job 1:1, es «irreprensible» y «recto», temeroso de Dios y apartado del mal. Satanás cuestiona la fe de Job en el concilio celestial, diciendo que Job es justo porque Dios lo ha bendecido y protegido. Dios le dio permiso a Satanás para tentar a Job y quitarle sus posesiones, su familia y su salud.

Durante la prueba, Job fortaleció su fe y se negó a maldecir a Dios a pesar del gran dolor que padecía. En cambio, lamenta su pérdida, sentado en las cenizas y reflexionando sobre las razones de su desgracia.

Cuando Job sufría, sus tres amigos, Elifaz, Bildad y Zofar, vinieron a consolarlo. Sin embargo, en lugar de ofrecer consuelo, argumentan que el sufrimiento de Job debe ser el resultado de su propio pecado e injusticia. Cada uno ofreció sus propios puntos de vista sobre por qué sufrió Job, pero todos compartían la creencia en el principio de la retribución: el sufrimiento es una consecuencia directa del pecado.

Job siempre mantuvo su inocencia, pero está claro que lo han traicionado. Sin cuestionar, sus amigos lo encontraron culpable. Como nadie le creía, era probable que muriera sin pruebas. Si eso sucedía, quedaría en el olvido o pasaría a la historia como ejemplo de malhechor que fue justamente castigado.

Por lo tanto, Job quería que su afirmación de inocencia quedara registrada en un registro permanente, un libro o preferiblemente en una tabla de piedra, para que las generaciones futuras pudieran recordar lo que dijo y en ese caso, tal vez alguien quisiera investigar y verificar su declaración. Entonces, incluso después de su muerte, puede ser reivindicado y restaurar su reputación. Literalmente en Job 19:23-24 se lee:

“¡Quién diese ahora que mis palabras fuesen escritas!
¡Quién diese que se escribiesen en un libro;
que con cincel de hierro y con plomo
fuesen esculpidas en piedra para siempre!”

Después de que Job y sus amigos debatieron el concepto de retribución varias veces, un joven llamado Eliú entra en escena y cambia el tema a una discusión más general sobre la sabiduría de Dios y los límites del entendimiento humano. Dios finalmente se dirige a Job directamente después de la intervención de Eliú, a través de un torbellino.

Dios cuestiona la capacidad de Job para comprender la inmensidad de su creación y su sabiduría en lugar de abordar el sufrimiento de Job o proporcionar una explicación de las pruebas de Job. Dios desafía a Job a pensar ampliamente a través de una serie de preguntas retóricas que resaltan las limitaciones del entendimiento humano. Job se humilla ante el discurso de Dios y confiesa que había cuestionado la sabiduría de Dios y que su perspectiva era limitada.

Job reconoce la insuficiencia del razonamiento humano para comprender la sabiduría divina y se somete a la soberanía de Dios en este punto crucial de su viaje.

Dios reprocha a Elifaz, Bildad y Zofar por dar malos consejos a Job y hacer acusaciones falsas después de que Job ofrece una respuesta humilde.

Las fortunas de Job son revividas por Dios, quien también le otorga una prosperidad aún mayor. Después de experimentar una gran adversidad, Job recibe una nueva familia y sus amigos y vecinos se unen para apoyarlo y consolarlo.

El Libro termina con una descripción de la larga vida de Job y su eventual fallecimiento, destacando el triunfo final de la fe y la restauración de las bendiciones para aquellos que ponen su fe en el conocimiento y el poder de Dios.

Dios ha sido fiel en todo tiempo y hoy, al igual que como fue con Job, es fiel con nosotros. Celebrando la fidelidad de Dios, con mucho agradecimiento, la Librería Bautista de Guatemala llega a sus 75 años, teniendo a disposición del pueblo cristiano y a precios accesibles: Biblias y literatura de calidad de notables escritores como: Carlos Spurgeon “Discurso a mis Estudiantes”; Pablo Deiros “Historia del Cristianismo”; Mathew Henry “Comentario Bíblico”; Justo Anderson “Historia de los Bautistas”; varios libros de John MaCartur; Charles Windows; Timothy Keller; John Maxwell; Rick Warren; Samuel Pagan; y muchos más siervos de Dios que han dedicado su vida a dejar por escrito las experiencias y conocimiento de la Palabra de Verdad; La Palabra de Dios.

Que la gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con ustedes. Amen. 1ª. Tesalonicenses 5:28.

Por:
Immer R. Siebenhor

Immer R. Siebenhor, es pastor de la Iglesia Bautista Vida Nueva, Col. Guajitos, zona 21, Guatemala, recién recibió su título de Prof. en Teología, del Seminario Teológico Bautista de Guatemala, donde prosigue sus estudios.

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