(He. 2:15)
El que Jesucristo haya tenido que ir a la cruz, Tiene que ver con el carácter mismo de Dios, porque Dios es amor, pero también es Justicia y en esa Justicia tenía que morir un cordero perfecto. Lo que Jesucristo hizo fue con una sola ofrenda y un solo sacrificio, vencer a aquel que tenía el imperio de la muerte, y por lo tanto nos tenía bajo esclavitud, el Diablo. Aquí, tres aspectos a recordar y considerar en relación a la Cena del Señor.
I.- SU ORIGEN Y SIGNIFICADO EN EL ANTIGUO TESTAMENTO.
La pascua tiene su origen Histórico, en El Antiguo Testamento. Dios al escuchar el clamor y los gemidos de su pueblo, se recordó de la promesa que le dio a Abraham; y Llamo a su Siervo Moisés, a liberar a su pueblo de una esclavitud. En resumen, podemos decir que:
El corazón de Faraón estaba endurecido pese a muchas plagas no quería conceder libertad, al Pueblo de Israel, por lo tanto, el último Juicio de Dios fue acabar con la vida de todos los primogénitos.
“Tomarán luego un poco de sangre y la untarán en los dos postes y en el dintel de la puerta de la casa donde coman el cordero. La sangre servirá para señalar las casas donde ustedes se encuentren, pues al verla pasaré de largo. Así, cuando hiera Yo de muerte a los egipcios, no los tocará a ustedes ninguna plaga destructora”. (Exódo12:6-7 y 12:13 NVI)
La señal en el poste de la puerta untada por la sangre del cordero declaraba que los Israelitas serían rescatados de una muerte por la ira de Dios. “La calamidad más grande es estar expuesto a la ira de Dios. Cristo salva a su pueblo de la ira del Padre. No solo somos salvos por Dios, sino que somos salvados de Dios”. (R.C. Sproul)
Así que, aquella noche vino el ángel de la muerte y mató a los primogénitos de los egipcios, pero el pueblo de Dios fue dejado con vida. Los Israelitas efectivamente fueron liberados y salieron, adorando a Dios en su santo monte. Pero, como un recordatorio perpetuo de su redención, cada año desde entonces, todo Israel obedeció la institución de la Pascua. Reunidos en sus casas, comían el alimento con las hierbas amargas, y bebían el vino, todo lo cual hacían para recordar la salvación que Dios había obrado para ellos en la tierra de Egipto.
II.- EL NUEVO SIGNIFICADO QUE LE DA JESUCRISTO.
“También tomó pan y, después de dar gracias, lo partió, se lo dio a ellos y dijo: —Este pan es mi cuerpo, entregado por ustedes; hagan esto en memoria de mí. De la misma manera tomó la copa después de la cena, y dijo: —Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que es derramada por ustedes. (Lc. 22:19-20)
Cuando Jesús celebró la última Pascua con sus discípulos, se alejó de la liturgia estándar celebrante. Él le agregó un nuevo sentido cuando tomó el pan sin levadura, dándole un nuevo significado cuando dijo: “Esto es mi cuerpo, que por ustedes es partido”. Después de terminada la cena, tomó el vino y dijo: “yo le añado un nuevo significado a este elemento mientras ustedes celebran la Pascua, porque este vino es mi sangre”.
En esencia, Jesús estaba diciendo: “Yo soy la Pascua”; Soy el Cordero Pascual; Soy el que será sacrificado por ustedes. “Es por mi sangre marcada en la puerta de sus vidas que escaparán de la ira de Dios”. Así que él dijo: “Desde ahora en adelante, esta es mi sangre, derramada por la remisión de sus pecados. Esta es la sangre de un nuevo pacto”, El nuevo pacto que Él instituyó, completa el antiguo pacto, dándole su máxima y más significativa expresión. Él le dice a los discípulos que tenían que realizar esta ordenanza “en memoria de Él”.
III.- SU SIGNIFICADO PARA E IMPORTANCIA PARA NOSOTROS.
Cuando se reunió con sus discípulos en el aposento, una de las ordenanzas de esta institución, fue de repetir esta cena como recordatorio. “Hagan esto en memoria de mí” (Lc. 22:19). En cierto sentido, Cristo dijo: “Nunca olviden. Me estarán recordando a mí. Recordarán mi muerte, el derramamiento de mi sangre, mi cuerpo quebrantado, Por favor, jamás lo olviden”. Y así, durante dos mil años, la Iglesia ha recordado la muerte de Cristo en este sagrado Memorial de la Cena del Señor.
Recordamos un importante Salmo escrito por David: ”Bendice alma mía a Jehová, y no olvides ninguna de sus beneficios”. (Sal. 103:2 NBLA)
El libro de Hebreos, cuyo autor es Anónimo, y muchos aseguran que fue escrito por Pablo, Bernabé o Apolos; está redactado con un nivel muy alto de maestría y erudición, al citar conocimiento y referencias del Antiguo Testamento y mostrar un entendimiento real de lo que significan diferencias entre el Antiguo y el Nuevo Pacto.
El contexto general, del libro de Hebreos, está bajo la persecución de los hebreos que ya eran participantes del llamamiento celestial, reconociendo a Jesucristo como Señor y Salvador pero que, procuraban regresar a prácticas de la ley, ya que era mucho más fácil regresar y no sufrir el oprobio que padecía todo aquel que se llamara Discípulo de Jesucristo.
En el discurso magistral del autor, procura con diligencia y elocuencia persuadir, derribando todo argumento que se oponga a reconocer a Jesucristo el autor y consumador de la fe. “Por tanto, hermanos santos, participantes del llamamiento celestial, considerad κατανοήσατε (Estar considerando atentamente) al apóstol y sumo sacerdote de nuestra profesión, ὁμολογίας (Confesión, Testimonio) Cristo Jesús”. (He. 3:1)
Entonces, hemos de considerar y poner los ojos en el Apóstol a quien Dios le proveyó un cuerpo, en medio de nosotros, que fue enviado para liberarnos de una vez, de quien tenía el imperio de la muerte, esto es el diablo.
Daniel Ramírez es miembro de la Iglesia Bautista Familia de Dios, zona 21, Guatemala, sigue estudios de bachillerato en teología en el Seminario Bautista de Guatemala. Es hijo del recordado líder Rosalío Ramírez.
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