Por Amado Nervo
En cuanto caiga la noche, enciende tu lámpara.
No permanezcas en la oscuridad.
Enciende cuidadosamente tu lámpara.
El viajero que pase, dirá:
“Cuánto reposo debe haber
cerca de esa luz y cuánta paz”.
La mujer solitaria que la distinga de lejos,
pensará: “Allí debe anidar el amor;
dos que se quieren son bañados
por el mismo fulgor blando …”.
El niño que la contemple, exclamará:
“Tal vez hay niños en redor de la mesa,
y leen bellos cuentos
y miran maravillosas estampillas.
El ladrón furtivo murmurará con recelo:
“Allí vive un hombre prevenido
a quien no se puede atacar a mansalva”.
Muchos al internarse en la selva,
se sentirán confortados por tu luz.
En verdad te digo que es misericordioso,
a las primeras sombras,
encender nuestra lámpara:
la buena lámpara de que el Padre
ha provisto a los caminantes de la vida.
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