Páginas Poéticas

Autor desconocido

(Nueva Era Bautista, Guatemala, mayo, 1973).

INDELEBLE

En una ocasión preciosa
algo de barro tomé
y de una manera ociosa
en mis manos lo jugué.

Muchas formas yo le daba,
pero al final lo dejé;
y al ver que bien quedaba
el barro más duro fue.

Luego que el tiempo pasaba,
aquel barro me encontré;
y la impresión que yo dejara
se encontraba firme y fiel.

Y aunque en vano yo trataba,
por mucho que batallé,
la forma que yo dejara
ya nunca jamás cambié.

En una ocasión hermosa
un pequeñito cuidé,
las lecciones que le daba,
en su corazón sembré.

De mi Cristo le enseñaba
y de Dios mucho le hablé;
en su corazón sembraba
y en su senda lo llevé.

Y cuando ya anciana estaba
a ese niño volví a ver;
ya era un hombre quien me hablaba,
y con amor lo abracé.

Nadie, aunque lo intentara
pudo quitarle su fe:
lo que de Dios le enseñara,
con el tiempo fue más fiel.

Marco Tulio Vásquez

Marco Tulio Vásquez, fue miembro de la Iglesia Bautista Luz y Verdad, Col. El Progreso, zona 11, Guatemala.

AL RECUERDO DE MI MADRE

Sentado, inerte, pensativo,
bajo el arbusto negro verdusco
de mi pensamiento,
vuelvo al recuerdo,
busco la imagen
del ser que tanto quiero.

Lo encuentro triste, es ella agobiada,
en medio de un turbulento río,
pensativa, triste, afligida,
orando al Señor en su tormento.

Al verla así en el recuerdo,
siento mi corazón desvanecerse.
¿Quién es el causante de tus penas
que con tu sufrir no se enternece?

Soy yo acaso, quien te martiriza,
pues nunca quise comprender
la vida como me la habías enseñado.
Cuando niño, arrullado con ternura,
tus brazos fueron caricias santas,
tu sonrisa inyectaba mi alma.

Desfilaron lo años, la adolescencia
tocó la puerta de mi vida,
me invitó al disfrute amplio,
pasos para mí desconocidos.

Mis alegrías fueron mal vivires:
vicios, mujeres, mentiras;
creyendo tenerlo todo
me encontraba vacío …

¡Detente caminante, frénate!
¡Tu carrera es loca, triste, fracasada!
En mis nocturnos pensamientos
Cristo habló a mi alma,
para disfrutar largo,
cambiando mis pesares por calma.

Hoy medito, madre mía,
bajo el arbusto negro verdusco,
de rodillas te pido me perdones,
cambia tus lamentos por dicha.