(Tit. 3:5-7)
Siempre hemos creído que todos tenemos el potencial de vivir una vida feliz, plena, saludable y comprometida, arraigada en Jesús. También creemos que todos tienen el derecho y el deber de vivir una vida abundante, equilibrada y armoniosa en todos los aspectos.
Debido a nuestras imperfecciones y que estamos psicológicamente programados para vivir lo contrario, la mayoría de las personas no pueden lograrlo. Programaciones, ideas y costumbres incorrectas nos atan a una vida que no tiene propósito; no hay realización, no hay compromiso, no hay amor para el Señor Jesucristo ni por la humanidad, y con mediocridad espiritual y social, ¡somos incapaces de evolucionar!
La epístola de Pablo a Tito (3:3-7 NVI), nos dice: “En otro tiempo también nosotros éramos necios y desobedientes. Estábamos descarriados y éramos esclavos de todo género de pasiones y placeres. Vivíamos en la malicia y en la envidia. Éramos detestables y nos odiábamos unos a otros.
Pero cuando se manifestaron la bondad y el amor de Dios nuestro Salvador, Él nos salvó, no por nuestras propias obras de justicia, sino por su misericordia. Nos salvó mediante el lavamiento de la regeneración y de la renovación por el Espíritu Santo, que él derramó sobre nosotros abundantemente por medio de Jesucristo nuestro Salvador. Así lo hizo para que, justificados por su gracia, llegáramos a ser herederos que abrigan la esperanza de recibir la vida eterna
Existen cinco pasos importantes y fundamentales para la transformación
Paso 1: Fe en Jesús.
En Juan 3:16 leemos, “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a Su Hijo Unigénito para que todo aquel que en Él crea no se pierda más tenga vida eterna”. Tener fe en Jesús significa creer en Él y en Sus enseñanzas. Si abrimos la puerta del corazón al Señor Jesús y dejamos que ocupe el primer lugar en nuestras vidas, Él traerá transformación y vida eterna. Tener fe en Jesús es bendición en esta vida y en la vida venidera.
Paso 2: Comunicación sincera con Dios.
Jesús nos demostró la importancia de la oración. Dios nos aprecia. Él está preparado para ayudarnos como nuestro Padre Celestial. Para establecer una comunicación sincera con Dios es necesario hablar con Él, no solo cuando enfrentamos situaciones difíciles o complicadas, si no a diario.
El agradecimiento y las peticiones de lo que se necesita debe hacerse con una oración que proceda de nuestro corazón, siendo esta la forma correcta de comunicación con Dios. Como ejemplo podemos rogar de esta manera: «Señor Jesús, te abro gustosamente todas las áreas de mi vida. Escudriña mi mente y examina mi corazón. Muéstrame las áreas que debo mejorar y revélame todo aquello que no te gusta de mi vida». Esta es la forma correcta de afirmar nuestra alma a Jesús.
Paso 3: Amar a Dios y al prójimo.
Cuando se le preguntó cuál era el mandamiento más importante, Jesús respondió: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, alma y mente. El primer y más importante mandamiento es este. En segundo lugar, debes tratar a tu prójimo con amor tal como te gustaría que lo hicieran contigo. (Mateo 22:37–39).
Nos sentiremos conectado con Dios y experimentaremos más paz en nuestra vida si elegimos el amor y la bondad en lugar del odio y el resentimiento.
Paso 4: Practicar la regla de oro.
Durante el Sermón del Monte, Jesús dio la regla de oro: «Por tanto, todo lo que quieran ustedes que las personas os hagan, hacedlo también a ellos» (Mateo 7:12). En otras palabras, actúen con los demás como les gustaría que los trataran a ustedes. sus relaciones serán más fuertes y, como resultado, serán más felices.
Paso 5: Perdonar.
Cuando Pedro le preguntó a Jesús durante su tiempo en la tierra: «Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peca contra mí? ¿Hasta siete?» (Mt. 18:21-22), Jesús respondió: «No os digo hasta siete, sino hasta setenta veces siete». Podemos tener más paz interior y perdón cuando perdonamos libremente a los demás.
Conclusión. Cumpliendo con los pasos arriba mencionados, tenemos una profunda transformación que impregna todos los aspectos de nuestra vida, resultado del encuentro con Dios a través de Cristo Jesús. Renaciendo en Cristo, somos transformados en nuevas personas que caminan en una nueva vida, somos formados por la Palabra de Dios y vivificados por el Espíritu Santo. Que este conocimiento nos infunda esperanza y expectativa, sabiendo que en Jesús encontramos una transformación que perdura para siempre. Que este encuentro con Dios transforme nuestras vidas y nos lleve por un camino de continuo desarrollo espiritual.
Immer Ramírez Siebenhor, es pastor de la Iglesia Bautista Vida Nueva, Col. Guajitos, zona 21, Gt. Recién se graduó como Profesor en Teología, y prosigue sus estudios; además colabora con Vivencias Bautistas
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