El resultado del esfuerzo por responder a esta pregunta son las reflexiones que siguen, para lo cual hallé base en el pasaje bíblico del libro de los Hechos, capítulo 6, versículos del 1 al 7.
El Señor Jesucristo expresó con justa razón que: “Mi reino no es de este mundo” verdad sobre la que no tenemos duda, no obstante, nos encontramos con la innegable realidad de que, en tanto la gracia de Dios se prolonga en el tiempo, el desarrollo de su reino se produce en este mundo. Y la iglesia debe realizar su obra, sujeta a los problemas y dificultades propias de ese hecho, que incluye la atención de problemas de índole material. En este respecto el pasaje nos permite comprender varias cosas:
I.-SIEMPRE LA OBRA TUVO QUE VER CON LO MATERIAL. Una vez, el Señor en plena actividad en el cumplimiento de su ministerio, desconcertó a sus discípulos con una orden que no tenía nada de espiritual: “Denles ustedes de comer” y el hecho cierto es que ellos sabían que no tenían con que hacerlo. No obstante, la gente estaba allí, su hambre estaba allí y el Señor entendió que no obstante el carácter espiritual de su ministerio, aquel era también su problema y el mismo no estaba reñido con sus propósitos.
II.-EL CRECIMIENTO ACRECIENTA LOS PROBLEMAS MATERIALES. Dice el verso 1: “Como creciera el número de los discípulos” siguiendo luego con la explicación del problema que afrontaban por esa razón. La obra del Señor se desenvuelve en este mundo, y al crecer se presentan más y más problemas relacionados con el hecho evidente de que “no son del mundo, pero están en el mundo”.
III.-SIEMPRE FUE NECESARIO ATENDER LOS PROBLEMAS MATERIALES. Teóricamente es hermoso poner todo el énfasis en lo espiritual y pretender desentenderse de los problemas materiales, pero … los problemas siguen allí. Predicar para salvar a otros es indudablemente una tarea netamente espiritual, pero alguien tiene que atender a los detalles materiales que la actividad implica, para que esta pueda realizarse.
El plano para un edificio, el trámite para que la policía no interrumpa la reunión al aire libre por falta de permiso, el material impreso para repartir como complemento de la palabra predicada, etc., son cosas materiales, pero que hay que atenderlas necesariamente. Así lo entendieron los discípulos en nuestro pasaje, y se pusieron a considerar y buscar la solución para el problema de las “viudas quejosas”.
IV.-LOS PROBLEMAS DEBE ATENDERLOS LA MISMA GENTE DE LA OBRA. En el verso 3 dijeron: “Busquen, pues, hermanos, de entre ustedes …” No podían ser extraños. Tratándose de un problema tan especial, como era el servir a las mesas, podían haber pensado en buscar que personas especializadas lo atendieran, pero no fue así. En el comercio o la industria se puede dejar en empleados, extraños, el manejo de unas cuestiones, pero en la obra los problemas, aun los materiales deben estar en manos de “hermanos” de entre ustedes.
V.-SE REQUIEREN CONDICIONES ESPECIALES. El hecho de que los problemas sean materiales, aun atendidos por creyentes, no exime a estos de reunir ciertas condiciones para poder atenderlos. Y no es casualidad que estas condiciones sean casi las mismas que se requiere para para cualquier otra tarea en el Reino, incluyendo la predicación, el pastorado, etc. Dice también el verso 3: “… de buen testimonio, llenos del poder del Espíritu Santo y de sabiduría …”
Es que en los asuntos del Reino todo es importante, todo es trascendente y todo coadyuva al logro del mimo fin: la extensión del Reino. Por ello, cada uno debe hacer LO SUYO, aquello que en su corazón el Señor le indica que haga de acuerdo a sus capacidades, llenando las condiciones requeridas a los servidores del Rey.
VI.-RESULTADOS. “Y crecía …” Con esta adecuada atención de todos los asuntos relacionados con la extensión del Reino, la obra crecía, e inclusive, aquel grupo de elegidos con estas cualidades para atender tan aparentemente pequeño y material asunto, proveyó a la historia de la iglesia su primer martir.
CONCLUSIÓN: Con estas reflexiones a la vista, nuestro ruego es que siga el Señor proveyéndonos en nuestras filas de personas capaces de ayudar, atendiendo a la administración de aquellas cosas que el Reino usa para la gloria del Señor, aunque son materiales y limitadas solamente a la duración de este tiempo de gracia.
Pero, entre tanto, allí están y deben ser atendidas, con sentido espiritual y de dependencia del Señor del Reino. Tal el ministerio de nuestra Asociación Bautista Cultural de Centroamérica, y tal la situación de quienes dan su tiempo y dones para que ella lo cumpla fielmente.
El Dr. Jorge Díaz se graduó del Seminario Teológico Bautista de Guatemala, del cual llegó a ser su rector, fue pastor de varias iglesias bautistas en Guatemala y Texas; y director de Casa Bautista de Publicaciones, de El Paso, Texas. Además, tiene varios títulos de universidades de América y de igual forma ha dado clases superiores.
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