(Mi. 7:7)
El profeta Miqueas con convicción firme hace la exclamación de arriba. Esta declaración de fe del profeta toma relevancia al conocer el contexto histórico de crisis moral, social y espiritual que el pueblo de Israel estaba viviendo. La injusticia había llegado a su límite más alto. La gente vivía en el desamparo, frustración y en desesperanza.
No había justicia social. La escasez era tal, como cuando se desea saciar el hambre con aquella fruta que ya terminó su tiempo de cosecha, o desear comer otra fruta cuya temporada aun no es de cosecha (Mi. 7:1). Al leer el pasaje, causa tristeza ver que la escasez no era de frutas, sino de personas honestas, honradas, leales y misericordiosas. La deshonestidad era tanta que el profeta hace un llamado a no confiar en sus amigos ni en sus propios familiares (Mi. 7:2-6). No eran tiempos de grandes líderes como Samuel, David, Salomón o Josías. La nación de Israel vivía tiempos donde sus líderes principales hacían lo malo delante de los ojos de Dios.
El pecado de la codicia brotaba en sus principales líderes sociales, políticos y religiosos. Ellos eran los que sobornaban, robaban y extorsionaban al pueblo. No en vano se alzaba la voz de Dios por medio de sus profetas. La voz profética de Miqueas es contemporánea con la del profeta Isaías, Oseas y Amos. Así que no era un solo profeta que hablaba de parte de Dios, sino que eran varios los profetas que denunciaban el pecado de aquel pueblo que se encaminaba al caos total.
Los tiempos en que vivimos hoy se parecen mucho a los tiempos en que vivió el profeta Miqueas. De Miqueas se aprende que en tiempos de desamparo, frustración y desesperanza se debe levantar la mirada hacia Dios y esperar en ÉL. La razón es que: “Dios oye”. “Y, si sabemos que Dios oye todas nuestras oraciones, podemos estar seguros de que ya tenemos lo que le hemos pedido.” (1. Jn.5:15). Por lo tanto, “Tarde, mañana y mediodía me lamentaré y gemiré, y El oirá mi voz.” (Sal. 55:17).
Ante tales tiempos de corrupción e injusticia social los hijos de Dios debemos de empoderarnos de lo dicho por el profeta en Miqueas 7:7. Nuestra mirada y esperanza no debe estar en los sistemas políticos, sociales ni religiosos de este mundo. El apóstol Pablo nos exhorta diciendo: “Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra.” (Col. 3:2). El salmista clama: “Alzaré mis ojos a los montes; ¿De dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene de Jehová, Que hizo los cielos y la tierra.” (Sal. 121:1-2).
La segunda estrofa del himno, Dilo a Cristo dice: “Cuando estés de tentación cercado, mira a Cristo, mira a Cristo; Cuando rujen huestes de pecado, mira a Cristo el Señor, mira a Cristo, mira a Cristo,”.
Así que, no es tiempo de quejarnos unos a otros, no es tiempo de dejarnos llevar por las corrientes de este mundo, no es tiempo de ignorar los tiempos. Son tiempos de fijar la mirada en Dios.
El Lic. José Sandino L. es pastor en la Iglesia Bautista Jehová Jireh, de la Col. El Naranjito, zona 6, Mixco; Su pasión está enfocada en las misiones y la apertura de nuevas iglesias.
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