Año de Aniversarios, También del Primer Martirio

“Bienaventurados son cuando por mi causa los vituperen y los persigan, y digan toda clase de mal contra ustedes, mintiendo. Gócense y alégrense, porque su premio en los cielos es grande; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de ustedes”.

(Mt. 5:11-12)

En 2023, celebramos con gozo los aniversarios No. 75 del Seminario Teológico Bautista de Guatemala y de la Librería Bautista de Guatemala. Más, también hemos de recordar con tristeza, que hace 70 años se dio el primer martirio evangélico registrado (porque hubo otros solapados), que fue anuncio de prensa. La Revista Nueva Era Bautista (1) narra el acontecimiento de la siguiente manera.

El 6 de abril, en el patio de la casa de un hermano, se arregló una “manteada” para celebrar un culto por parte de la Misión Bautista de Alotenango, Sacatepéquez. La visita del Dr. José María Ruiz, ex sacerdote católico-romano, nicaraguense, convertido al evangelio, junto con otros hermanos en la fe, eran la novedad y los invitados especiales de aquella noche.

Debido a que los bautistas no contaban con bancas y armonio, la Iglesia “Emmanuel” de la Santidad, había prestado los suyos para esta reunión evangelística.

Los asistentes estaban prestos para iniciar la reunión, cuando oyeron un inusual repique de campanas y el estallido de una bomba, que era la señal convenida para un asalto, que juntó a una turba como de unas 300 personas armadas de palos, machetes y piedras; que, desde el atrio de la Iglesia Católica se dirigió hacia la Misión Bautista, comenzando a lanzar piedras con furia, a la vez que daban gritos de: “!A matar al que se dice que fue cura y a sus acompañantes!”; “!Mueran los herejes!”; “!Arriba los católicos!”; “!Abajo los evangelistas!”.

Al ver los hermanos a los primeros heridos y golpeados, y las lámparas destrozadas, en la oscuridad buscaron alguna manera de escapar por el patio trasero. Los atacantes penetraron en la casa y al no hallar a nadie, se dedicaron a destruir el armonio, los muebles, el equipo de sonido, una moto y la casa.

Seguidamente se lanzaron tras los fugitivos que se hallaban en sus casas, a puerta cerrada, pues no sabían que en sus casas tampoco había seguridad. Cayeron las puertas a golpes y en todas las casas de evangélicos se oyeron gritos de horror.

Después se dirigió la turba a destrozar lo que pudieron en el templo de los santificados, y en la casa del pastor, donde creyeron encontrar al Dr. Ruiz, cuya cabeza buscaban con felina ansiedad; rompieron la puerta con hachas y machetes y arremetieron a leñazos y pedradas contra el joven pastor Max Vásquez, quien rodó por el suelo bañado en sangre.

No quedó todo allí: lo arrastraron por la calle, dándole golpes como cinco cuadras y lo dejaron muerto en un callejón, presentando las orejas desgarradas, el cráneo sumido y el rostro desfigurado. Los evangélicos no se defendieron. No se encontró un solo herido entre los católicos.

Esta historia sangrienta que dejó un saldo de veinte heridos y un muerto, presenta una página de lo que costó a la generación de los ’50, presentar el evangelio de Jesucristo; sin embargo, los evangélicos nunca abrigaron odio, ni venganza contra los que cometieron la matanza de Alotenango, ni contra sus instigadores y, lejos de eso, oraron con fe por ellos.

En el culto dentro del funeral que se tuvo en la Iglesia “Emanuel” de la capital, para despedir los restos del pastor, no hubo discursos animosos instando a una revancha, sino un torrente de oraciones en favor de los ejecutores y sus cómplices.

El pastor Raul Echeverría (2) expresó que: “Tocaba el corazón oír la voz sonora del padre de Max que clamaba bañado en lágrimas: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”.

Afortunadamente, el Dr. Ruiz, el pastor Daniel Moscoso, encargado de la Misión, con dos de sus pequeñas hijitas, al no sentir seguridad en el pueblo, corrieron por la carretera y se escondieron en una hondonada, cubiertos por matorrales. Allí vieron como pasaban los perseguidores, gritando con sus armas y antorchas, de los cuales fueron protegidos por el Dios Altísimo, hasta llegar la madrugada. (3).

Siendo el periodo presidencial del Cnel. Jacobo Arbenz, apelando a los jueces al derecho de Libertad Religiosa, los agresores fueron encarcelados y sometidos a juicio, llamando la atención al Padre Teletor por no aconsejar sabiamente a sus feligreses.

(1). Revista “Nueva Era Bautista” Órgano informativo de la CIBG (Guatemala, 25/03/1983) Pg. 7.

(2). Echeverría Magariño, Raul, “Matanza de San Bartolomé en Guatemala” Bifoliar (Guatemala, 04/1953) Pg. 4.

(3). Entrevista concedida por el pastor Daniel Moscoso sobre esta experiencia vivida. (Guatemala, 05/1983). r de la Iglesia Bautista Luz de Vida, Col. Bárcena, Villa Nueva, Gt. Es vicepresidente de la Junta Ejecutiva de la CIBG; vocal de AMIGUA y E3 Voluntarios.

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