Por Edgar Gilberto Bala
Cuando era joven, con mucho cabello –hoy, envejeciendo y con poco pelo– disfrutaba menos la vida, ahora la disfruto más a plenitud, vida que he vivido en servicio a Dios y a los demás de forma bendecida, porque, cada detalle, aun los más pequeños marcan la diferencia.
El artista Miguel Ángel tuvo las visitas de un amigo en su sala de trabajo. Miguel Ángel estaba trabajando en una de sus obras a la que le dedicó mucho tiempo y esfuerzo. El amigo que le visitaba le preguntaba: “¿Qué has hecho hoy?”, a lo cual el maestro contestaba: “Hoy he perfeccionado ese detalle de la mano, he mejorado la sombra en aquella arruga, he arreglado la luz en la parte del vestido, en fin, he avanzado un poco”. “Pero esas son pequeñeces” dijo el amigo. “Ciertamente” contestó Miguel Ángel, “Pero la perfección se hace de pequeñeces; y la perfección no es una pequeñez.
La vida del cristiano, así como la vida de la iglesia está hecha de pequeñas cosas del día a día, tales como un saludo, una palabra de ánimo, una visita, una sonrisa, un presente, un regaño, un consejo, compartir con alguien las misericordias de Dios, todo esto es una bendición, por lo que no hay cosa tan pequeña que no merezca nuestra atención.
Puede parecer una pequeñez lo que uno hace por otros, o lo que otros hacen por uno, pero no olvidemos que de eso que parece insignificante está hecha la vida. Es decir: “Las cosas pequeñas marcan la diferencia”. Dicho esto, comento que, cada hermano con quien he tenido una relación, ha sido de bendición para mi vida, así como espero, haber sido de bendición a sus vidas; y juntos sigamos creciendo en el Señor.
Suscríbase al boletín de de noticias, recibirá actualizaciones de la revista Electrónica, noticias y eventos de la Convención de Iglesias Bautistas de Guatemala