El bicentenario entre luces y sombras

Por Seminario Teológico Bautista de Guatemala

La conquista de Guatemala, su posterior desarrollo e independencia, puede teñirse de dos matices, uno negro y otro blanco, estos matices son conocidos como la leyenda negra y la leyenda dorada.

En este año 2021 en que se celebra el Bicentenario de la independencia de Guatemala y Centroamérica muchos académicos e historiadores están enfatizando más la leyenda negra, argumentando que no hay nada que celebrar, porque el proceso de la conquista por parte de los españoles fue violenta y cruel, mientras que la independencia fue promovida por una minoría criolla, con intereses económicos que excluyo de esta gesta a la mayoría de ciudadanos. Por otro lado, un buen número de guatemaltecos, siguiendo la tradición de cada 15 de septiembre, si están celebrando el Bicentenario exaltando el patriotismo y el amor a nuestra patria.

Pero qué, de los cristianos, que actitud debemos tomar ante la negativa de la celebración del Bicentenario por parte de unos y la celebración por parte de otros. Al respecto, debemos procurar que nuestras ideas no se vendan fácilmente a una de las dos posturas. Por lo contario, como cristianos debemos mantener siempre nuestra responsabilidad cívica, y fundamentar nuestro actuar en lo que dice el texto bíblico. (1 Timoteo 2:1.3; Romanos 13:1-2; 1 Pedro 2:13.14 y Tito 3:1).

Entre sus luces y sombras, Guatemala llega a sus 200 años de independencia, y como cristianos no podemos negar que Dios ha estado obrando en estos quinientos o doscientos años. Él es el Señor de la historia y por lo tanto está muy interesado en lo que sucede en cada pueblo y cada nación.

Lamentablemente al igual que en el pueblo de Israel, en la conquista y la época de la independencia, en nuestra época también existen las desigualdades económicas, sociales, y educativas, la violencia extrema, la corrupción, etc. etc, males que siguen distorsionando la imagen de Dios en el ser humano. Ante este panorama obscuro, Jesucristo espera que su iglesia sea sal y luz en la sociedad, al practicar su Palabra, anunciar su evangelio y proporcionar su amor al prójimo, y así restaurar nuevamente la imagen de Dios en cada habitante. Estas acciones son parte de nuestra responsabilidad cívica como ciudadanos de este bello país… ¡la eterna primavera!

Que Dios bendiga a Guatemala. Feliz Bicentenario.