Un Obrero Aprobado

“Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de que avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad.”

(2 Timoteo 2:15)

El sello de aprobación en términos generales aplicados hoy en día en productos varios, tales como alimentos, vestuarios, vehículos, etc., tiene como finalidad brindar garantía, seguridad y algo muy importante como lo es la credibilidad.

Es por ello que, reflexionaremos con respecto a la exhortación del apóstol Pablo a su hijo amado en la fe Timoteo. Lo primero que es importante resaltar es el hecho de que ser aprobado requiere un esfuerzo y una constancia diligente, esto quiere decir que la aprobación ocurre dentro de un proceso que en muchas ocasiones es necesario un carácter firme, para soportar todas las situaciones contrarias que vienen a la vida de quien ha sido llamado a un ministerio, esto entonces implica el hecho de que la búsqueda de la aprobación sea una constante diligente en la vida de aquel que ha sido llamado.

Lo segundo que podemos observar es que la aprobación es de carácter divino, esto nos permite comprender de que Dios a quien llama y capacita, también establece los altos estándares que se deben cumplir para llevar a cabo el ministerio.

Esta aprobación es el resultado de la comprobación que Dios hace a quien Él ha llamado, quien cumpliendo todas las especificaciones resulta apto para desarrollar sin ningún inconveniente la misión que le ha sido encomendada.

Para el apóstol Pablo el hecho de buscar la aprobación de Dios estaba por sobre la forma fácil de buscar la aprobación del hombre, de esta misma forma el siervo de Cristo debe esforzarse diligentemente para buscar la aprobación de aquel que le ha llamado al ministerio.

Lo tercero que mencionaremos tiene que ver con la importancia del uso correcto de las Escrituras, y es ahí en donde el pensamiento del apóstol Pablo se centra y exhorta de manera firme hacia una interpretación correcta de La Palabra de Verdad.

Al igual que en la época del apóstol Pablo, existían falsos predicadores, falsos maestros y falsos profetas, que enseñaban de manera errónea la verdad, hoy en día también vivimos en un mundo en donde se requiere que nos ocupemos con seriedad a la enseñanza de la sana doctrina, así como también a su transmisión hacia los hombres fieles e idóneos dispuestos para enseñar a otros. (2 Timoteo 2:2)

La exhortación también es a no contender ni perder el tiempo en aquello que no edifica, sino esforzarnos cada día a buscar la aprobación de Dios, a sumergirnos en su Palabra que nos brinda santidad, a predicar con veracidad con animo a tiempo y fuera de tiempo, a redargüir a reprender y exhortar con la verdad, sabiendo que daremos cuenta delante de aquel que juzgará a los vivos y muertos en su manifestación. (2 Timoteo 4:1-2)