(Lc.2:6-7)
Jesús pasó desapercibido en aquella primera noche de Navidad “Y aconteció que estando ellos allí, se cumplieron los días de su alumbramiento. Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había para ellos lugar en el mesón”. (Lc. 2:6-7).
Mucha gente había regresado a Belén para empadronarse, de manera que la ciudad estaba rebalsando de gente. Con el edicto del emperador romano Augusto César, fueron obligados a registrarse en Belén. Todos se encontraban en un ir y venir ocupados en muchas cosas, pero no la más importante, el recién nacido bebé, era el Rey y Salvador del mundo. Jesús el Mesías prometido.
Tristemente, la historia se repite y parecido a nuestra actualidad, La gente corre de un lado para otro, para comprar los últimos regalos de navidad o los últimos implementos para el convivio. Hay una gran agitación, ¿Y dónde está la razón de la fiesta? ¿Dónde está Jesús? Él es la razón de la Navidad. En muchos lugares, Jesús está afuera, simplemente observando, cómo la gente festeja la Navidad, sin que Él sea parte de la misma.
Lejos de todo el bullicio de la fiesta. Solo aquellos que estaban en paz; José, María y los pastores descubrieron el verdadero sentido de la Navidad: Dios se había hecho hombre, se rebajó para darles la Salvación de sus pecados y, a través de esto la verdadera paz en el corazón como nos lo describe Juan en su Evangelio: “Aquel que es la luz verdadera, quien da luz a todos, venía al mundo. Vino al mismo mundo que él había creado, pero el mundo no lo reconoció. Vino a los de su propio pueblo, y hasta ellos lo rechazaron… entonces la Palabra se hizo hombre y vino a vivir entre nosotros. Estaba lleno de amor inagotable y de fidelidad. Y hemos visto su gloria, la gloria del único Hijo del Padre”. (Juan 1:9-1,14 NTV).
Jesús el verdadero regalo de Navidad, Dios dio lo más preciado que tenía, a Su hijo. Jesús mismo se entregó completamente por nosotros, dio todo por aquellos que no tiene nada que darle sino la carga pesada de pecados. Este es el verdadero amor, el que da sin esperar recibir algo de regreso.
Este es el verdadero sentido de la Navidad: “Pero a todos los que creyeron en Él y lo recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios” (Jn.1:12, NTV)
Celebrar y festejar el más grande regalo de amor que Dios el Padre ha provisto para toda la humanidad, la salvación y la reconciliación con el Padre a través de la vida y ministerio de su amado Hijo Jesucristo. Y el privilegio de llegar a ser llamados Hijos de Dios para todos los que en Él creen.
En esta Navidad piensa, en alguien que no sería capaz de retribuirte el regalo que estás dando. Tal y como Dios lo hizo por amor a cada uno de nosotros.
“En todo os he ensañado que, trabajando así, se debe ayudar a los necesitados, y recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: Más bien aventurado es dar que recibir”. (Hechos 20:35).
Dios ha dado a su hijo, Jesús se entregó a sí mismo por toda la humanidad. Tengamos este sentir de Jesús en esta Navidad: lo más importante es que Jesús nazca y permanezca en nuestro corazón y este en el centro de nuestras vidas, entonces glorificaremos al Padre.
Daniel Ramírez López, es miembro de la Iglesia Bautista Familia de Dios, zona 21, Guatemala, y es estudiante de nuestro Seminario Teológico Bautista de Guatemala.
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