(Col. 3:9b.-10).
La palabra renovar conlleva un sentido de restablecer o reanudar lo interrumpido. Por ejemplo, la pandemia del Covid-19 quiso interrumpir la visión de la Convención de Iglesias Bautistas, y aun cuando algunos dormitaron, siempre hubo vigilantes que permanecieron fieles en este emprendimiento, y aunque agotados y con desgaste, el llamado a la renovación constante fue su deber.
Nuestra visión como CIBG, llama a declarar: “Ser una organización de iglesias bautistas, unidas y comprometidas que practican y proclaman el evangelio de Jesucristo en Guatemala y en mundo”. De tal forma que siempre se debe renovar o revestirnos para nuestra visión, como individuos regenerados, como iglesias, y como mensajeros de esta visión.
1.- RENOVACIÓN COMO CRISTIANO. Desde la salida del paraíso del Edén, el hombre fue despojado de su plenitud de imagen; más cuando Cristo muere, lo restaura, y la resurrección es un símbolo de esa vida nueva, pues al dejar el Señor la tumba, las antiguas vestiduras son despojadas … ahora, revestidos, que alude al cambio por la ropa nueva, y olvida lo que quedó atrás.
Si bien, para los griegos el hombre se componía de una dualidad, con un alma buena, positiva, y un cuerpo pernicioso negativo que al fin se destruye; y para los judíos, la renovación de lo creado vendría al final de los tiempos (Is. 65:17-17); el concepto paulino y bíblico, es el de una renovación integral desde la conversión, a tal punto que nuestro culto racional incluye el alma y el cuerpo en constante renovación y santificación (Ro. 12).
2.- RENOVACIÓN COMO IGLESIA. La iglesia cristiana en la pequeña población de Colosas, emergía dentro de una férrea religiosidad hacia la diosa Cíbeles, que daba lugar a que algunos judíos creyentes residentes, sintieran atracción por aspectos del misticismo y la escatología que la rodeaba. Hoy son otras las atracciones.
Entonces Pablo les escribe, al igual que a los cristianos de la vecina urbe de Éfeso y a la iglesia actual: “Vístanse como escogidos de Dios, santos y amados” (Col. 3:12) ¡Que trilogía de pertenencias del reino de Cristo! Enseguida, llama a adornarse con una serie de valores sacros, tan ajenos a los de afuera: misericordiosos, benignos, humildes, pacientes, mansos, soportándose unos a otros; sobre todo vestidos de amor y paz, como un solo cuerpo -el de Cristo- llamados de Dios, con plena gratitud. (Col. 3:12-15).
3.- RENOVACIÓN CON PASIÓN POR DAR EL MENSAJE. “La Palabra de Cristo more abundante en ustedes, enseñándola y exhortándose unos a otros en toda sabiduría”. (Col. 3:17). Este conocer profundo de la Biblia que produce sana doctrina, y de la que nos ufanamos en seguir como bautistas, da lugar al culto a Dios, que se manifiesta en alabanzas que brotan de lo más intimo del ser, como termina este verso.
El Apóstol Pablo finaliza su rogativa pidiendo que todo lo que se haga, por palabra o por acción, debe hacerse en el nombre del Señor Jesús, con gratitud a Dios Padre, por medio del Hijo. Este es el evangelio del reino de Jesucristo que debe ser compartido por proclamación y/o por testimonio. Esta es nuestra visión convencional¸ simultáneamente en nuestra patria y el hemisferio.
CONCLUSIÓN: Nuestra visión como CIBG, que es una declaración de nuestras aspiraciones en cierto plazo de tiempo, debe ser una convicción y un compromiso en práctica y prédica evangélica; sea como persona recibida por Él; sea como iglesia; o como asociación de iglesias. Con identidad animosa y sentimiento de cooperación que resulta en la cosecha del plan salvífico.
Vamos pues, con este enfoque de convención, con nuestra visión plasmada en el Plan Estratégico. Que sea palabra reflejada, con el deber que lleva a los hechos. Renovándola, es decir, con vestiduras nuevas, en tiempos, hasta el fin de los siglos.
El Arq. Edgar Armando Díaz, ha escrito cantidad de artículos y poemas, y es el director de esta revista. Es miembro de la Iglesia Bautista Bethania, San Pedro, zona 5, Guatemala.
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